jueves, 31 de octubre de 2013

bye the face

Tienes cara de hacer lo que te apetece
cuando te apetece
y aún así, no hacer lo que te gusta.
De ser de abrazos fuertes
y dar muy pocos.

Tienes cara de quedarte con las ganas
cuando quieres de verdad.
De ser poco valiente
y apostar sólo en el póker
cuando juegas.

Tienes cara de negarte al amor
aunque sea a querer bajito.

Tienes cara de
no saber
quién
eres.

Pero sobre todo,
tienes mucha cara.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Miraba al cielo todos los días.

¡Max, Max! Hoy tiene cuatro colores: el azul del fondo, el blanco de las nubes y dos estelas; una rosa y otra naranja.

Iba a por todas.
Y no estaba sola; tenía su estrella.
A veces, como todo humano, se presionaba.
Mierda, ¿por qué me presiono?
Cogió su libreta y apuntó: "DEBERÍA".
Arrancó la hoja y la rompió.
Te aguantas.
Y pensó que, si el cielo esperaba paciente y brillaba sin esfuerzo, por qué ella no iba a poder ser como él.
El cielo es único, sí.
No puedo competir con el cielo.
Es más, no me gusta competir.
Y menos con un amigo.

Ya lo sé:
Seré el arcoiris en un día de lluvia.

Ese será mi motivo.

jueves, 26 de septiembre de 2013

i tu què dius?

Roger de Flor, 6:30PM, patio interior bien iluminado, el sol ya es considerado inquilino.
Tocan al timbre.
RING, RING.

Ah, ¿pero que tenemos timbre?
Voy a la cocina y tiro el hueso de manzana.
Por suerte llego pronto.
Pasos.
Voy.
Qué nervios.
Abro.

¿Hola?

Es un chaval, todo en orden. Con pinta de universitario.
Su turno.

Buenas, venimos de Gran Hermano. ¿Está Raquel?
Ehm, creo que te has equivocado.
Ya lo sé, te estaba tomando el pelo, somos de Intermon Oxfam.
Ah, vale, qué gracioso.

Venga va, y ahora resulta que eres un personaje de Markus Zusak, te invito a un poleo menta y me dices que sí.
Pero no.

Este edificio es un poco fantasma, ¿no?
¿Por qué lo dices? ¿Es que no te abren...?

Nótese el sarcasmo.
Asomo la cabeza al rellano y hay una chica gótica como pegada a la pared.
¿Qué hace ahí? Le saludo.

Chica gótica: hola.
Y mira al techo.

Me la imagino en alguna entrevista de trabajo.

Y bueno... Amaranth, dime, ¿cuál es tu mayor defecto?
Ehem, bueno, soy demasiado perfeccionista; me pego a las paredes cuando intento vender un producto. Mis padres dicen que lo hago desde pequeñita.

Volvamos a la realidad.

Somos de Intermon Oxfam y buscamos a alguien mayor de 24 años...
Ay, qué pena, tengo 20. Venga, ciao.
Bueno, ¿pero hay alguien más aquí?
No sé, ¿HAY ALGUIEN MÁS AQUÍ? (digo dirigiéndome al pasillo, mirando hacia la puerta de mi compañero de piso)

No signal.

¿Hay alguien o no?
Espera que pregunte.

Me encanta hablarle a las puertas.
Que si sales.
¿Para qué?
No lo sé.
Espera que me vista.

En el rellano:

Espera que se viste.

Llega.
Comienza:

Hola, somos de blablabla y buscamos blablabla.
Ajám.
¿Es usted español?
Aún no.
Ah, entonces nada, es que buscamos españoles.


Se van.
Qué corto fue el amor y qué largo el olvido.


Dentro de casa.

Qué originales, buscar españoles en España...


Ligeresa, porque la vida no está hecha para contar, así, en general.





domingo, 15 de septiembre de 2013

Recuerdo de la tierra.

A mí me gusta pensar en ti como alguien que siempre está. Cuando me pica el estómago por los miedos que a veces me asaltan, me alivia repasar el verano que pasé a dos casas de la tuya, casi tuya. Y me imagino regalándote una piedra y tú sonríes como si fueras el elegido. Elegido por mí.
Repaso también los días de ensayo y cuando intercambié alguna frase contigo. ¿Por qué a veces soy tan cortada? Me dijiste vente a la calle, que estaremos tocando y nos hace falta cantante. Y yo me fui a la playa a pasear. Seré pava. 

Sin embargo, me crucé contigo unas mil veces, aproximadamente, claro. Y nos paramos a saludarnos.

Hola...

El elegido...
Me acuerdo perfectamente. Pasaste en bañador, ibas a la playa. Y llevabas algo en el cuello.
Eras sencillo y lleno de vida. Lleno de todo. ¿Qué tiene? No lo sé. Supongo que hace de poco un todo y eso es lo que le da brillo. Tierno y sencillo; qué bella combinación.

Creo que las nubes intentaron decirnos algo, algo así como "esto es sólo un adelanto, dadme un par de años".

¡Y quién sabe!

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Tengo una libreta que también es tuya.

Tengo una libreta que marca un antes y un después.
Por fuera está hecha de cielo y en él vuelan mariposas; y por dentro tiene páginas escritas y unas cuantas arrancadas.
Ya he dicho que marcaba un antes y un después.

También tiene garabatos hechos por nosotros y letras de canciones lentas. Y en la parte de atrás una especie de subcarpeta donde guardo las cartas que nos escribíamos al principio. Y la llave roja de tu corazón de cartulina. Y de portada, una foto nuestra, besándonos. Así, mal hecha. Como los canis. Pero encuadrada, eso sí. Y yo tenía puesta una sonrisa y tú estabas concentrado. Y abajo anoté la fecha del primero de esos, pensando "desde aquí hasta..." y lo veía lejos. Y mira.

Y me sentía gigante pero no; me sentía completa, pero no. Hasta que nos sentamos junto a un olmo, cada uno mirando hacia un lado. Era de noche y vinieron las estrellas, pocas veces se ven. Y te levantaste. Y recogiste tu mochila para irte y se te olvidó avisarme. Y cuando me di la vuelta ya estabas lejos y no pude desatarle el nudo a mi bici y me quedé allí volando una cometa.

Después me entró alivio y rabia. Y entre otras cosas, me dí cuenta de que no nos conocía.

Desde entonces no volví a compartir asiento con nadie al lado de ningún árbol ni tampoco volé cometas por causas: abandono. Pero encontré mi estrella, y ahora voy tras ella como te pasó a ti aquella noche.

Encontré mi estrella.
Mi estrella.
Está ahí.
Todos los días ando (canto) un poco.
Todos.
Mi estrella.

Perdí el rumbo y te perdí a ti para encontrarla.
Es ella.

Aún no lo entiendo.
En general, entiendo pocas cosas.
Pero mírala, es tan bonita.
Así que, a pesar de ti y y lo demás: gracias.

Todo el mundo, tarde o temprano, encuentra su estrella.
Pero no todo el mundo tiene una libreta.
No todo el mundo tiene la suerte de encontrarse con una libreta.

martes, 3 de septiembre de 2013

Saber a mar

se iba a enamorar
hasta que supo
que
me iba
y entonces
paró

y yo me fui
mientras
enamorando
y al final me quedé
bastante rato
en él

tus amigos saben
que tienes más orgullo
que cabeza
y más cabeza
que corazón

el amor no es dolerse el amor
el amor no es dolerse las penas
el amor es querer con ganas
y evitar dolerse a veces

Nos vemos
cuando el destino
o lo que sea
quiera juntarnos

o cuando aceptes
al monstruo
de debajo
de tu cama

y te sacudas
las migas
del pantalón

o no quieras
estar solo

o quieras estar
conmigo
que es estar solo
pero de otra
manera

Catarsis Vol. I

me cosió la alegría
como si fuera un pantalón

y me remendó el alma
como si estuviera rota

y me secó el corazón;
la humedad empaña

me arropó y me dijo
- mira,
este es mi amor,
quédatelo

y me dijo adiós
como si no quisiera irse
y yo quisiera que se fuera

y se fue

y al rato yo también
me fui

y ya no pasé por allí
así como
ya
nunca
más
volví a estar sola.

sábado, 15 de junio de 2013

Misiva.

Mi próximo amor será epistolar;
por eso parece
que no llega.

Y usaremos el lenguaje.
Y nos leeremos en los cuentos.
Y nos encontraremos en las páginas.

Nos acariciaremos en la marca de la tinta
y las palabras se emborronarán cuando lloremos,
echándonos 

de menos.

Mi próximo amor será epistolar;
y no tiene prisa.

(ding dong):
«Cartero».

domingo, 2 de junio de 2013

Casi Siddharta.

Iba caminando como si nada. Como hacía las cosas últimamente, como guiada por la corriente, por lo que hay que hacer. Sin cuestionarse por qué caminaba sin ilusión, aceptando esa conducta muy rara en ella ya que, seguramente, si se interrogaba así misma, encontraría varias razones para cambiar de dirección e incluso de intensidad; se pondría a correr, luego pararía para caminar muy lento, más tarde retomaría el paso... Y la rabia hizo que ocurriera algo justo en ese momento; un pensamiento apareció de la nada seguro que era prematuro y a la vez llevaba bastante tiempo gestándose y de repente paró en seco. Se detuvo en mitad de la calle, justo donde se quedó, cerca de un carril bici, qué recuerdos hoy iba a pie, quién sabe por qué miró al suelo, miró al cielo, se enfadó con ambos. Con el suelo por permitir dejarla ir tanto tiempo a pie y no empujarla hacia arriba; y con el cielo por no cogerla al vuelo, por no darle la mano y ayudarla a subir y a levantarse. Después hizo como si mirara al Universo a los ojos, como si pudiera ver todas las vidas del mundo, la vida de Dios, la vida de ella y la vida misma. La definición de vida, lo que es la vida para las plantas, lo que pensarían los peces que es vida y lo que pensaría la vida que es ella misma y después, cómo la ven los demás. Se enfadó más. Miró desafiante y herida por dentro a los ojos que ella se imaginaba que serían del Universo y lo miró con rencor mierda, pensaba que ya había superado eso, pues no. ¿Cómo era la frase? ¿De vez en cuando hay que remover el clavo para ver si aún es capaz de sujetar el cuadro...?

La rabia le hizo gritar, y a la ira que es y era tan ciega no le importó que hubiera gente alrededor, ni que los ciclistas que iban con prisa escucharan cada una de sus palabras ni que las señoras se pararan a mirar. Aunque a una persona como ella, que había perdido la fe en lo que creía que creía, lo único que le importaba era deshacerse de aquellos sentimientos que no le dejaban caminar en paz. Quería mirar de frente a todo lo que no le permitía avanzar. Que la miraran otros ojos desconocidos y sin ningún valor para ella, era lo de menos.

¿POR QUÉ? ¿EH? ¡¿POR QUÉ, CUÁNDO Y CÓMO?! Estoy tan harta de ti... Estoy tan cansada de descifrarte. Estoy tan sumamente agotada de esperarte haciendo como que te entiendo y esforzándome por respetar todo lo que haces… No puedo más. ¿POR QUÉ NO MUEVES FICHA? ¡¿POR QUÉ NO ME AYUDAS?! ¿Por qué noto como si llevara una losa pegada a la espalda? ¿Por qué no me la quitas? O mejor, tú que eres tan didáctico, ¿por qué no me enseñas a saber quitármela yo?...
NO, no… siguió vociferando No mires para otro lado cuando te estoy hablando. Mírame a la cara, mírame a los ojos. Siempre te estoy atendiendo, o eso intento. Ahora atiéndeme tú a mí. En ese momento, se puso a llover. Tan fuerte, que las señoras se fueron gritando “oy, oy” porque se les mojaba la bolsa de la compra Genial, y ahora te pones a llover. No me cambies de tema. Antes hubiera salido corriendo despavorida, como esas señoras, por no mojarme el pelo, pero ahora me da igual, de hecho no me he traído el paraguas, porque eres tan imprevisible que vas a llover cuando menos me lo espere qué difícil es hacerle cambiar de opinión a alguien que ha perdido gran parte de las creencias que le mantenían en pie—.

¿Y ahora qué vas a hacer? continuó con un tono irónico— Me estoy mojando esperando respuestas. Aquí me tienes. He cambiado las preguntas mil veces, por si acaso. ¿Qué, tengo que esperar una señal o me voy ya a casa? Me imagino que las envías por correo postal no urgente. Un consejo, si quieres que la gente no pierda la esperanza o la fe en ti, mejor no tardes tanto en hacer llegar lo que es para nosotros. Aunque con esta lluvia que te estás montando seguro que al llegar a casa me has dejado un dibujito de humedad en la pared, así con la cara de un hombre al que no voy a saber asociar con ningún muerto. Soy demasiado joven. Baja los hombros como sabiendo lo inútil de su monólogo y va desistiendo hasta mostrarse tierna y un poco vulnerable En fin.

Al despotricar se me van las ganas de odiarte le confiesa al que creyó su enemigo por un momento Por lo menos cuando he querido hablar contigo has estado ahí, como ahora. En realidad todo esto es tristeza, estoy muy triste porque no sé por dónde seguir, ni hasta dónde llegar, ni qué es lo bueno para mí ni lo que no. Sólo quiero seguir mi camino, pero a veces me veo sola en esto, no te siento cerca, no entiendo tus señales ni el por qué de todo lo que haces. Me gustaría que las piedras que tiras a mi ventana fueran un poco más grandes, o más sonoras. O simplemente tíralas cuando yo esté dentro y así me daré cuenta. Tengo mucho para dar al mundo y quiero me facilites el camino, quiero que me ayudes porque no sé cómo hacerlo. “Sí sabes cómo” me dirás, pues justo ahora no lo veo. “Lo verás”, seguirás diciendo, quiero verlo ya. Se me está haciendo eterno y me da la sensación de que mi vida es una continua espera. Cuando todo suceda más rápido no sé si podré digerirlo. Quiero que me prepares para mi vida. Quiero que me envíes todas las pruebas que creas que necesito, pero no me dejes aquí parada. Acompáñame.Se acordó de algo— Ah, se me olvidaba; y no dejes que nos interrumpan a los que tenemos para dar, ni que nos hablen muy alto mientras estamos arreglando el mundo. Somos muy decididos y no nos harán cambiar de propósito, pero también somos muy blanditos... Miró al cielo y agachó la cabeza para referirse al suelo, les pidió perdón por haberse enfadado con ellos. No hubo ninguna señal, no pasó ningún conductor en coche ni le dio una palabra clave ni ninguna señora de las que quedaban por allí le dijo nada que le cambiara radicalmente la vida. Nada. Y cuando decidió volver a casa con el desencanto que la envolvía, escuchó una vozuna voz rara que le dijo: 

Muy bien, joven. Ahora pregúntate lo mismo delante al espejo. Si puede ser, mirándote a los ojos.

martes, 28 de mayo de 2013

Algunos segundos.

El otro día, como podría decir ayer, antes de ayer, el mes pasado o mañana; salí de casa y cogí la bici para ir a clase. Según qué días, disfruto más el viaje al estilo Verano Azul, o llevo tanta prisa no sé de qué que me ahogo en cada vuelta al pedal. Es algo así como la teoría de los afectos que estamos dando ahora en clase de historia de la música; para expresar la alegría, los compositores empleaban tonalidades mayores, consonancias y tiempo rápido; y para expresar la tristeza, tonalidades menores, disonancias y tiempo lento. El lunes hay examen.

El caso, hoy era un día en los que no me movía ni alegre ni triste, simplemente pedaleaba porque tenía que llegar. De vez en cuando respiraba conscientemente, me llegaba algún perfume floral de los que te hacen acordarte de las cosas pequeñas de la vida que te hacen feliz y, automáticamente, daba las gracias por estar ahí, tener prisa, pedalear, ahogarme un poco, tener que respirar, acordarme de que respiro 
¡cómo es la anatomía humana! volver a respirar pero esta vez queriendo olerle la axila de lejos a varias flores que se movían a compás de ¾ aupando los pétalos y moviéndolos como si bailaran un vals y a la vez animaran en un concierto, y ser consciente de la vida. Y ya entonces, respirar con ganas. Qué poco cuesta ser agradecida y qué pronto se olvidan los motivos que nos lo recuerdan de vez en cuando, como la alarma en la que confías ciegamente y rezas por que a la mañana siguiente suene aun teniendo el móvil apagado.


Bueno, pues dime en qué momento, o mejor; en qué segundo de esos trescientos que pasé montada en el sillín moviendo las caderas y los brazos, y con ellas todo el cuerpo como recordaba hacer en la clase de spinning hace dos años en el gimnasio, pedaleando con el alma porque eso de que es el cerebro el que le envía las órdenes al resto del cuerpo no lo tengo muy claro. El cerebro decide cosas superfluas como tengo hambre o me hago pis. Pero los cargos importantes los delega al alma. Y pedalear no es cualquier cosa, hay que poner alma y sobre todo espíritu. Y más aún si tienes que respirar, oler y dar las gracias por existir al mismo tiempo y dedicándome a ser, me dio tiempo a coincidir en el tiempo valga la redundancia con un alma que pedaleaba con toda el alma valga ya lo que sea en sentido contrario al mío, respirando y, podría asegurar que oliendo también e incluso dando las gracias por ser; cómo fue posible cruzar la mirada, que la mirada se cruzara así misma también y se saludara, que supiéramos justo en ese momento que éramos dos personas que empezaron a moverse sin mucha credibilidad en sí mismos y en lo que hacían, y que ahora, por alguna extraña razón, pedaleaban con ganas. Incluso nos dio tiempo en ese segundo tan bien gestionado no entiendo a los que dicen que nunca tienen tiempo a conocernos por dentro. Aunque bien sabemos que fue un Me alegro de volver a verte. 

Seguramente sean imaginaciones mías y un segundo no sea tan grande y la información la traigamos de casa. Posiblemente nos hayamos visto en otras épocas con diferentes trajes y por eso sabemos que pedaleamos con el alma, que al respirar olemos y damos las gracias por lo afortunados que somos de ser y de ir sobre ruedas trescientos segundos 
a veces más, a veces menos de los que al menos uno, compartimos intensamente.